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Vol. 11 (1): Junio 2008



Tantas focas en tan poco tiempo...:
La rápida extinción de la foca monje del Caribe

Kyle Baker, Biólogo de Pesquerías

National Oceanic and Atmospheric Administration, National Marine Fisheries Service
Southeast Regional Office, Protected Resources Division
St. Petersburg, Florida, U.S.A


Introducción

El Servicio Nacional de Pesquerías de la NOAA (U.S. National Oceanic and Atmospheric Administration’s National Marine Fisheries Service, en adelante NMFS) ha concluido una revisión del estatus de la foca monje del Caribe (Monachus tropicalis). La Convención internacional sobre el comercio internacional de especies en peligro (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora, en adelante CITES) y la Unión Internacional para la Conservación (UICN) han marcado un intervalo de 50 años sin poder observar una especie como el plazo tras el cual se la puede dar por extinguida. (ver bibliografía, World Conservation Union 1982). El último avistamiento fiable de Monachus tropicalis es de C.B. Lewis en 1952 (Rice 1973), a pesar de numerosos esfuerzos posteriores por encontrar individuos de la especie. Ha pasado ya un tiempo suficiente como para considerar extinguida esta especie.

El Grupo de Especialistas de la UICN decidió considerar que la foca monje del Caribe estaba extinguida en su Lista Roja de especies amenazadas y en peligro ya en 1996 (ver Seal Specialist group 1996). Sin embargo, algunas entrevistas con residentes de la costa y con pescadores, así como informes de avistamientos no identificados de pinnípedos en el Caribe desde 1996, dieron lugar a especulaciones acerca de la posibilidad de que una pequeña población podría haber permanecido aislada en algunos atolones y arrecifes del Mar Caribe. Es por ello que en los EE.UU. se ha mantenido en los listados de la Ley de Especies Amenazadas hasta que su retirada de la lista sea decidida. Ello dependerá de la aceptación definitiva de que se encuentra realmente extinguida (ver NFMS 2008).

Tras la revisión de diferentes aspectos de su biología y tras analizar la veloz tendencia descendente de la población de focas monje del Caribe, resulta sorprendente constatar cómo una gran población de un total estimado de varios cientos de miles de focas en la región del Caribe fue eliminada tan rápidamente, así como lo poco que se sabía en realidad de esta especie antes de la extinción. La foca monje del Caribe se encontraba en la recta final de su extinción en un momento en que se intentó implementar acciones de conservación de diferentes tipos.

Los EE.UU. iniciaron recientemente la evaluación del estado de conservación de cuatro especies de pinnípedos: Histriophoca fasciata, Erignathus barbatus, Phoca fasciata y Phoca largha. El objetivo era evaluar sus poblaciones y calibrar sus amenazas. Puestos a valorar las amenazas a las especies restantes de foca monje y otros pinnípedos de hoy, una correcta evaluación de cómo se produjo la rápida extinción de la foca monje del Caribe nos puede ayudar a plantear el problema desde una correcta perspectiva. La siguiente discusión evalúa algunos de los principales acontecimientos que dieron lugar al declive de la foca monje del Caribe, los esfuerzos realizados para localizar la especie, y qué se puede aprender de la primera extinción de un pinnípedo producida en los tiempos modernos causada, directamente, por las actividades humanas .

Hasta hace poco, el género Monachus tenía 3 especies alopátricas: M. tropicalis (foca monje del Caribe), M. schauinslandi (foca monje de Hawai), y M. monachus (foca monje del Mediterráneo), de los cuales las dos especies que sobreviven están en peligro de extinción. Se cree que la foca monje del Caribe estaba más estrechamente relacionada con la foca monje del Mediterráneo que con las focas monje de Hawai (Wyss, 1988). Sin embargo, la relación filogenética entre las especies de focas monje sigue siendo objeto de controversia (Lavigne, 1998), y no se han llevado a cabo estudios genéticos de la foca monje del Caribe. Esta especie era el único pinnípedo habitual del sureste de Estados Unidos y el Gran Caribe, incluyendo la región del Golfo de Mexico. La distribución histórica de la foca monje del Caribe (Figura 1) se ha interpolado a partir de observaciones históricas, registros arqueológicos, fósiles, pruebas, y topónimos que sugieren su presencia (Timm et al. 1997, Debrot 2000, Adam y García 2003).


Historical distribution of Caribbean monk seals

Figura 1.  Distribución histórica de M. tropicalis según datos resumidos de Timm et al. (1997) y de Adam and Garcia (2003) a partir de avistamientos históricos (), datos arqueológicos (), y topónimos ().Hay pruebas de que la foca monje del Caribe, en las costas continentales, utilizaba playas de América del Norte y Central como lugares de descanso en muchos sitios antes de la intensa caza para obtener su grasa. La mayoría de observaciones son de islas remotas, cayos y arrecifes en la zona oriental del Golfo de Mexico (Ray 1961) y en el oeste del Mar Caribe. El único dato de foca monje del Caribe en las Antillas Menores nos llega a través de restos arqueológicos en el extremo norte de la cadena (Wing 1992) y un único avistamiento (Timm et al. 1997).


El reloj de la extinción

Se informó por primera vez de la existencia de la foca monje del Caribe durante el segundo viaje de Colón en 1494 (Kerr 1824), en que cazaron al menos 8 animales para obtener su carne. Este evento histórico, marca la llegada de los europeos al Caribe, y también el momento en el que el "reloj de la extinción" se puso en marcha para esta especie (Tabla 1). Las citas de focas monje del Caribe suelen ser de las islas más remotas, cayos, atolones rodeados por aguas poco profundas y arrecifes resguardados(Gaumer 1917 y Hill 1843; también Adam 2004, Kerr 1824, Ward 1887). Se las cita también cerca de las rocas, y sólo de vez en cuando en las playas y calas del continente (Allen 1880). Hay informaciones que hablan de grupos de hasta 500 individuos (Nesbitt 1836).


Tabla 1.
Cronología de la extinción de la foca monje del Caribe.

Año Descripción Referencia
1492 El primer dato de la foca monje del Caribe se remonta al segundo viaje de Colón, en el que cazaron 8 ejemplares para alimentarse. Kerr 1824
1600s-1900s La foca monje del Caribe fue intensamente explotada por su grasa, y en menor medida para comer, para el estudio científico, y para colecciones zoológicas tras la colonización europea. Allen 1880
1849 La foca monje del Caribe se describió en la literatura científica a partir de un especimen procedente de Jamaica. Gray 1849
1886 Se informa de su presencia en Triangle Keys, en el Golfo de Campeche, donde se mataron 49 ejemplares durante una expedición científica. Ward 1887
1897 El Acuario de Nueva York adquirió dos especímenes capturados en Triangle Keys. Townsend 1909
1906 El 25 de febrero, unos pescadores mataron una foca monje del Caribe a cinco millas de Key West, Florida. Este fue el primer avistamiento de la especie en Florida en aproximadamente 30 años. Townsend 1906
1909 El Acuario de Nueva York recibió cuatro focas monje del Caribe vivas de un distribuidor en Progreso, Yucatán. En aquel momento, la última población de la foca monje del Caribe se limitaba a las islas y los arrecifes de las de Yucatán, Mexico. Townsend 1909
1911 Una expedición en la costa de Mexico mató unas 200 focas para coleccionistas y estudiosos científicos. Gaumer 1917
1922 Una foca monje fue muerta por un pescador cerca de Key West, Florida, el 15 de marzo. Éste fue el último avistamiento confirmado en los Estados Unidos. Townsend señaló que quedaba una pequeña colonia de cría aún en Triangle Islands, en las islas del Banco de Campeche de Mexico. Townsend 1923
1932 Tras entrevistar algunas personas que habían visto focas en la región inferior de la Laguna Madre de Texas, Gordon Gunter concluye que algunas focas monje del Caribe se encuentran dispersas a lo largo de la costa de Texas en una fecha tan tardía como 1932 (Gunter 1947). Más tarde se sugirió que los supuestos avistamientos de focas a lo largo de la costa de Texas probablemente fueran leones marinos de California asilvestrados. Gunter 1968
1949 La UICN incluyó a la foca monje del Caribe en una lista de 14 mamíferos cuya supervivencia se considera un asunto de preocupación internacional que requiere protección inmediata. Westermann 1953
1952 CB Lewis realizó la última cita fiable de foca monje del Caribe en una pequeña colonia de focas, en las afueras del banco de Seranilla (Colombia), entre Jamaica y la península de Yucatán. Rice 1973
1973 La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) distribuyó folletos en Inglés y Español en toda la región del Caribe, ofreciendo 500 dólares a cambio de información sobre los avistamientos de la especie. No se pudieron confirmar nuevos avistamientos. Boulva 1979
1973 El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los EE.UU. emprendió reconocimientos aéreos que se realizaron frente a la península de Yucatán, el sur de Nicaragua y el este de Jamaica, visitando todos los lugares propuestos por Rice. La especie no fue avistada en la zona de estudio. Kenyon 1977
1980 La Estación Biológica del Ártico, dependiente del Departamento de Pesca y Océanos de Canadá, apoyó la búsqueda de pruebas de presencia de foca monje del Caribe, en islas remotas del sudeste de Bahamas mediante un barco y realizando entrevistas con pescadores locales. La búsqueda desde el barco no produjo ningún avistamiento de focas. Las entrevistas con los pescadores proporcionaron algunos nuevos relatos de focas en la zona durante los años 1960 y 1970, pero las observaciones no se pudieron confirmar como de foca monje del Caribe. Sergeant et al. 1980
1984 Del 5 al 15 de Septiembre se realizó una exploración en todo el Golfo de Mexico hasta Campeche, Mexico, a bordo del Robert G. Sproul, un buque de investigación de la Scripps Institution of Oceanography. Los entrevistadores visitaron tres grupos de islas frente a la costa norte de la Península de Yucatán que se consideraban sitios de descanso aún utilizados por la foca monje: Islas Triangulos, Cayo Arenas y Arrecife Alacrán. Otra isla, Cayo Arcas, fue visitada por helicóptero el 7 de Septiembre de 1984. No se produjeron avistamientos ni se obtuvieron pruebas de la presencia de la especie. LeBoeuf et al. 1986
1985 La Comisión de Mamíferos Marinos de Estados Unidos encargó un estudio entre pescadores locales, residentes en la costa, y marineros del norte de Haití. Dos de las 77 personas entrevistadas informaron haber visto una foca; uno de los avistamientos, en Île Rat, en la bahía de l'Acul en 1981, se consideró fiable. En ninguno de los dos casos, sin embargo, fue posible confirmar que el avistamiento correspondía a una foca monje del Caribe. Woods and Hermanson 1987
1996 El Grupo de Especialistas en Focas de la UICN incluye a la foca monje del Caribe como extinguida en su Lista Roja de especies amenazadas y en peligro. Seal Specialist Group 1996
1997 Basándose en entrevistas con 93 pescadores en el norte de Haití y Jamaica en 1997, se concluyó que existía una cierta probabilidad de que la foca monje del Caribe aún pudiera sobrevivir en esta región. Se preguntó a los pescadores que seleccionaran las especies marinas que conocían a partir de un grupo aleatorio de imágenes: 22,6 por ciento (n = 21), seleccionó la foca monje. El 78 por ciento de éstos (n = 16), habían visto al menos una en los últimos 1-2 años. Boyd and Stanfield 1998
2001 Un examen de los datos de avistamientos y varamientos de focas y mamíferos marinos en el sureste de datos EE.UU. y el Caribe mostró que se habían observado algunos pinnípedos identificados como fócidos árticos entre 1917 y 1996. Se trataba de animales que se habían extraviado en las aguas tropicales y subtropicales del Atlántico Norte occidental. Debido a los avistamientos confirmados de especies árticas en la región del Caribe, la mayoría de ellas Focas de casco (Cystophora cristata); a las observaciones confirmadas y fiables de leones marinos de California que habían escapado de su cautiverio; y a la falta de observaciones fiables de foca monje del Caribe desde 1952, los autores concluyeron que los avistamientos no identificados desde 1952, era altamente probable que no fueran de focas monje del Caribe. Mignucci-Giannoni and Odell 2001
2007 Basándose en un examen de datos de varamientos, entre 1996 y 2008 se notificaron en el sureste de EE.UU 22 avistamientos más de Foca de casco y nueve más en las aguas tropicales y subtropicales del Atlántico Norte occidental. Southeast U.S. Marine Mammal varamiento Database data 2008
2008 La revisión sobre el status de la especie en EE.UU. llega a la conclusión de que los recientes avistamientos pinnípedos han sido de otras especies, y no de focas monje del Caribe. Se concluye que ha pasado el tiempo suficiente desde la última observación fiable para inferir la extinción de la especie. NMFS 2008


Debido a su costumbre de salir a las playas a dormir y descansar, las focas monje del Caribe fueron fácil e intensamente explotadas como fuente de grasa por parte de los europeos colonizadores de la región, y en menor medida para aprovechar su carne, para el estudio científico, y las colecciones zoológicas. Las focas presumiblemente fueron cazadas en pequeñas cantidades durante los años 1500 y 1600, con una intensa explotación a partir del final de los años 1600. Adam (2004) ofrece una excelente revisión histórica sobre la explotación de la foca monje del Caribe. La grasa se procesaba y utilizaba para la lubricación de la maquinaria, el calafateo de embarcaciones, y como aceite de lámparas y de cocina. En una fecha tan tardía como 1800, había un gran número de focas en algunas zonas, y se las cazaba para alimentar a los marineros y pescadores hasta aproximadamente 1885. Nos consta que por lo menos en un caso, dos focas monje fueron muertas simplemente “por diversión”(Allen 1880).

Prácticamente no hay documentación de los niveles de capturas ni de los otros impactos que desembocaron en la desaparición de esta especie; aún así, se ha realizado un modelo de que reconstruye el declive y los patrones geográficos de la extinción a partir de los datos históricos disponibles (McClenachan y Cooper 2008). El intenso nivel de explotación que se produjo durante el período relativamente breve en que los seres humanos se dedicaron a la caza de focas acabó fatalmente en la rápida disminución de la población en todo su territorio. Debido a la fuerte presión cinegética sobre la población tras la llegada de los europeos a la región del Gran Caribe, la especie pasó de ser considerada común a ser tenida como rara a mediados de los años 1800 (Allen, 1887a, Elliot 1884, Gratacap 1900).

Durante el siglo XIX, la distribución de la foca monje del Caribe se vio cada vez más fragmentada y su rango geográfico se estaba reduciendo drásticamente ya cuando la especie fue descrita taxonómicamente por primera vez (Gray 1886). En consecuencia, había muy poca información sobre la especie cuando se organizaron algunas expediciones científicas para estudiarla. Al haber informaciones de que la especie escaseaba en estado salvaje, se organizaron expediciones para capturar especímenes vivos para parques zoológicos (Townsend, 1909), y de especímenes muertos por los estudios científicos (Allen, 1887b, 1887c, Ward 1887). Se cree que las expediciones a la región del Triangle Keys en la península de Yucatán (Gaumer 1917, Ward 1887) condujeron a la eliminación de lo que tal vez fue una de las últimas grandes colonias de focas monje del Caribe. Existen muy pocas informaciones de la existencia de focas en las siguientes expediciones realizadas a esta región a principios del siglo XX.


Intentos para localizar una especie que se desvaneció

En 1949, la Conferencia Internacional sobre la Protección de la Naturaleza (Conferencia Científica de las Naciones Unidas sobre la Conservación y Utilización de Recursos) incluyó a la foca monje del Caribe en una lista de 14 mamíferos cuya supervivencia se consideraba ya entonces un asunto de preocupación internacional que requería protección inmediata (Westermann 1953). A pesar de esto, el último avistamiento confirmado se produjo en 1952 en los bancos de Seranilla en el Caribe occidental (Rice 1973), lo cual limitaba los esfuerzos de conservación que se pudieran plantear para la especie. Se produjeron avistamientos de pinnípedos no confirmados que dieron lugar a la especulación de que la foca monje del Caribe seguía estando presente en algunas colonias aisladas. Por esto, se realizaron varios intentos de confirmar informaciones de presencia de la especie en o cerca del mar Caribe, Golfo de Mexico, el sur de Bahamas y la costa atlántica de las Antillas Mayores desde la década de 1970 hasta la década de 1990 (Tabla 1).

Tras una revisión del estatus de la especie en 1984, la Comisión de Mamíferos Marinos de EE.UU. contrató un estudio para entrevistar a los pescadores locales, los residentes y los marineros a lo largo de la costa norte de Haití. Aunque dos personas informaron de avistamiento de focas, no hay pruebas tangibles para confirmar si los avistamientos eran de focas monje del Caribe o de alguna otra especie.

Sin embargo, sobre la base de un avistamiento considerado verosímil, se creyó que algunos animales podrían permanecer aislados en regiones remotas de la costa norte de Haití (Woods y Hermanson 1987). Un estudio posterior entrevistando a pescadores en aguas frente a Haití y Jamaica también generó algunos relatos de avistamientos de focas pero, de nuevo, no hubo pruebas que corroborasen que estos avistamientos fueran de focas y, mucho menos, de foca monje del Caribe (Boyd y Stanfield, 1998).

Después de estos estudios se realizó una revisión de datos de avistamientos y varamientos que proporcionó pruebas de que varios fócidos árticos habían sido identificados sin rastro de duda en las aguas tropicales y subtropicales del Atlántico Noroccidental entre 1917 y 1996 (Mignucci-Giannoni y Odell, 2001). Más recientemente, el análisis de los datos de varamientos del NMFS entre 1997 y 2007 desveló que se habían producido 22 avistamientos de Foca de casco en el sureste de EE.UU. y el Caribe (Tabla 2). Nueve de esos informes se produjeron en Florida o en la región del Caribe (base de datos de varamiento de Mamíferos Marinos en el sudeste de EE.UU de 2008 de la NMFS). Todos los avistamientos confirmados han sido de especies árticas divagantes en la región del Caribe.

Se han documentado focas de casco, por lo general juveniles, divagando en amplias zonas. Esta capacidad de amplio movimiento de la foca de casco (Cystophora cristata) ha sido recientemente respaldada por investigaciones de su ADN, que muestran que existe intercambio genético entre las cuatro principales zonas de reproducción. Coltman et al. (2007) informó de que los análisis de microsatélites y ADNmt indican que la población mundial de Foca de casco podría considerarse lo que se denomina una población reproductora de tipo panmíctico. Se han registrado muchos avistamientos y varamientos de Foca de casco en el sureste de Estados Unidos y el Caribe (Mignucci-Giannoni y Odell 2001, Mignucci-Giannoni 1989, Mignucci-Giannoni y Haddow 2001, NMFS 2008), y la Foca de casco también se ha visto en el Mar Mediterráneo en torno al Estrecho de Gibraltar (Bellido et al 2007). Aunque algunos avistamientos de foca en el Caribe no se habían identificado como una especie en particular, todos aquellos que han sido confirmados en las últimas décadas dentro de lo que fue la zona de distribución de la foca monje del Caribe han sido finalmente de otras especies: leones marinos de California posiblemente asilvestrados (Zalophus californianus) (Rice 1973), identificaciones erróneas de manatíes (Trichechus manatus), o focas de casco (Mignucci-Giannoni y Haddow 2002, Mignucci-Giannoni y Odell 2001, NMFS 2008).


Tabla 2.
Avistamientos y varamientos de focas de casco y de otras especies de pinnípedos en el sureste de EE.UU. y el Caribe, en lo que fue la zona de distribución de la foca monje del Caribe. Incluye observaciones de Florida y el Caribe desde 1997 a 2007.

Especie

Varamiento/
Avistamiento
Fecha
Localidad
Estado/
Territorio/País
 Sexo 
Longitud
(cm)
Peso 
(kg)
foca común varamiento 02 Mayo 1997 Fernandina Beach Florida F 157 41.7
foca de casco varamiento 05 Septiembre 1999 Corova North Carolina M 38.2
foca de casco varamiento 01 Marzo 2000 Kitty Hawk North Carolina F 119
foca de casco varamiento 27 Marzo2001 Avon North Carolina 109
foca de casco varamiento 20 Julio 2001 Vega Baja Puerto Rico
foca de casco varamiento 21 Julio 2001 Cape Hatteras North Carolina M 114 37.0
foca de casco varamiento 06 Agosto 2001 Cape Lookout North Carolina F 96 22.0
foca de casco varamiento 12 Agosto 2001 Runaway Beach, St. John’s Antigua M 108 28.0
foca de casco varamiento 19 Agosto 2001 Ft. Fisher, Dare North Carolina M 94 22.7
foca de casco varamiento 28 Agosto 2001 Pea Island NWF North Carolina
foca común varamiento 28 Febrero 2004 New Smyrna Beach Florida M 100 18.1
foca de casco varamiento 28 Septiembre 2005 Not reported Antigua F
foca no ident. avistamiento 25 Diciembre 2005 Chapman Lagoon,
Biscayne Bay
Florida
foca común varamiento 21 Febrero 2006 Cape Canaveral, Brevard Florida M 140 47.6
foca de casco varamiento 16 Mayo 2006 Duck North Carolina M 113
León marino
de Sudamérica
varamiento 06 Junio 2006 Vega Alta Puerto Rico 122 49.9
foca de casco varamiento 27 Julio 2006 Ocean Sands North Carolina M 113 31.9
foca de casco varamiento 03 Agosto 2006 Rio Grande Puerto Rico F 89 15.4
foca de casco múltiples
avistamientos
(no confirmado)
05-07 Agosto Port Canaveral
hasta Sebastian Inlet
Florida
foca de casco varamiento 08 Agosto 2006 Shackleford Banks North Carolina M 124 20.0
foca de casco avistamiento
(no confirmado)
13 Agosto 2006 St. Thomas U.S.V.I.
foca de casco varamiento 16 Agosto 2006 Melbourne Beach Florida F 111 24.5
foca de casco varamiento 15 Septiembre 2006 Wrightsville Beach North Carolina M 113 35.7
foca de casco varamiento 16 Septiembre 2006 Hobe Sound Florida F 107 29.5
foca de casco varamiento 17 Septiembre 2006 West Palm Beach Florida F 101 31.7
foca de casco avistamiento 21 Septiembre 2006 North Carolina
foca barbuda varamiento 03 Mayo 2007 Stuart, Martin Florida M 193 186.3
foca de casco múltiples
avistamientos
de animales vivos
(confirmado)
Agosto 2006 Megans Bay, St. Thomas U.S.V.I.

*Estos datos son de la base de datos de salud y varamientos de mamíferos marinos de la NOAA y de la base de datos de varamientos de mamíferos marinos SER de la NOAA; no han sido validados y pueden ser incompletos o contener errores. Se incluyen todos los avistamientos de Foca de casco en el sureste de EE.UU. y el Caribe; sin embargo no se incluyen las observaciones de otras especies de pinnípedos, muy frecuentes en la región del Atlántico de los EE.UU. De estas especies sólo se citan las que se registraron en la zona histórica de distribución de la foca monje del Caribe (Florida y el Caribe)


Análisis retrospectivo de la extinción

La frenética caza de focas como fuente de aceite y carne por parte de marinos y colonizadores europeos de la región del Caribe fue la causa principal de la extinción de la especie. Se ha evaluado la productividad necesaria de los arrecifes en el Caribe para mantener la población original de focas previa a las matanzas (calculada utilizando el registro histórico de avistamientos y de distribución espacial y abundancia de la foca monje del Caribe). El tamaño de la población histórica para todo el Caribe se ha estimado que podria haber sido de 233000-338000 individuos (McClenachan y Cooper 2008). A partir de una tasa de consumo anual estimada para los juveniles y adultos de una población de estas dimensiones, la biomasa que tenía que existir para mantenerla debería haber sido entre cuatro y seis veces mayor que la que se encuentra en la mayoría de los arrecifes del Caribe hoy en día (McClenachan y Cooper 2008). Aunque esta estimación de biomasa animal es muy superior a la encontrada en cualquier arrecife del Caribe actualmente, es comparable a la que existe en las comunidades de arrecifes vírgenes del Pacífico, lo que indica que se trata de una estimación razonablemente exacta.

No es probable que la disminución de la productividad de los arrecifes contribuyera a la disminución de la población de la foca monje. Lo más probable es que la eliminación de la foca monje del Caribe (uno de los principales depredadores en los ecosistemas arrecifales hasta entonces) tuviera efectos ecológicos notables en la región. Además, a pesar de que no es probable que la disminución de alimento provocada por el incremento de la pesca contribuyera a la disminución de la población de focas, sí es probable que el ahogamiento en redes de pesca o la muerte directa a manos de los pescadores que debieron ver a las focas como competidoras, también contribuyera a su disminución. Una vez que la población estaba ya muy mermada y coincidiendo con el aumento de la presión humana, se observó que la foca monje del Caribe era sensible a las perturbaciones causadas por los humanos como la caza, la pesca, y otras actividades (Allen 1880, Gaumer 1917, Ward 1887). Como ha pasado con la foca monje de hawai y la del Mediterráneo, parece ser que la foca monje del Caribe se hizo más esquiva a los humanos tras la exposición a la caza y otras interacciones negativas. Aunque muchas de las descripciones recientes del comportamiento de las focas monje afirman que eran muy sensibles a la presencia de humanos, los testimonios más antiguos afirman que eran muy accesibles cuando estaban en las playas (por ejemplo, EW Nelson, citado en Adam y García 2003). Al ampliarse los asentamientos humanos en zonas habitadas por esta especie y persistir la caza se reforzaron en la foca las conductas evasivas y de evitación de las costas pobladas y de las zonas frecuentadas por los pescadores y abandonaron los lugares donde habitualmente salían a descansar.

Cuando se dieron las primeras voces de alarma en la Conferencia Internacional sobre la Protección de la Naturaleza (Conferencia Científica de las Naciones Unidas sobre la Conservación y Utilización de Recursos) que urgían a proteger inmediatamente a la foca monje del Caribe en 1949, se desconocía si quedaba alguna colonia de la especie. Es posible que tras el último avistamiento confirmado (en 1952, en el Banco de Seranilla) aún quedaran algunos ejemplares durante unos años. Se estima que la esperanza de vida de un animal de esta especie era de 20-30 años. Aunque los estudios a largo plazo de la especie no confirman tal longevidad, esta estimación es coherente con la de las otras focas monje. Suponiendo que fuera así, podría haber habido algún ejemplar vivo entre los años 1950 y principios de 1980. Si quedaron algunos animales, parece probable que se trataría de individuos dispersos, o en pequeñas colonias que tendrían un tamaño inferior al necesario para ser viables.

Visto desde la perspectiva actual, la población de la foca monje del Caribe estaba ya gravemente diezmada y probablemente extinguida en la mayor parte de su área de distribución antes de que quedara acogida bajo el paraguas brindado por la Ley de Especies Amenazadas y de Protección de Mamíferos Marinos de los EE.UU. En un lapso de aproximadamente 300 años (de finales de 1600 a la segunda mitad del 1900), la caza incontrolada de la foca monje del Caribe dio lugar a la extinción de una especie que se estima en varios cientos de miles. Puede que el último gran impacto humano en la población fuera el causado por las expediciones científicas de los años 1800 y principios de 1900 acelerando la extinción definitiva, que se produjo algunas décadas más tarde.


Discusión

Debido a su propio estatus, normalmente existe poca información sobre la biología, necesidades de hábitat y ecología de las especies que actualmente se consideran en peligro de extinción, amenazadas o raras. En el caso de la foca monje del Caribe, se sabía muy poco (ver Figura 2) hasta que fue extirpada en la mayor parte de su zona de distribución. Nunca sabremos si algunos de los avistamientos de foca no confirmados en la región del Caribe durante la última mitad del siglo 20 corresponden a los últimos individuos de la foca monje del Caribe o a otras especies. La protección lamentablemente llegó demasiado tarde para la foca monje del Caribe y fue insuficiente para una especie que ya estaba en el vórtice de la extinción antes de que se tomara ninguna medida de conservación o recuperación mínimamente efectiva.


Caribbean monk seal replica skull

Figura 2. Los estudios sobre la foca monje se limitan a análisis retrospectivos en base a una información muy limitada sobre la especie y datos de los ecosistemas de arrecifes del Caribe que tiempo atrás albergaron una próspera población de focas. Hay huesos y pieles de focas monje del Caribe que permanecen en colecciones científicas y es recomendable aislar muestras genéticas de los mismos para futuros usos y/o análisis. Sólo será posible una correcta caracterización genética de las especies si disponemos de muestras en buen estado que permitan los análisis. (Réplica del cráneo y de la mandíbula de una Foca monje del Caribe. Fotografía cortesía de Skulls Unlimited International Inc., Oklahoma City, Oklahoma.)

La extinción de una especie debido a procesos desencadenados por el hombre puede ser bastante rápida. Después de tan sólo unos cincuenta años de caza comercial entre 1800 y 1860, el elefante marino boreal (Mirounga angustirostris), cazado por su grasa, casi se extinguió (Townsend, 1885). Afortunadamente, sus poblaciones se han recuperado muy bien después de que se prohibiera su caza. Es lamentable que a la foca monje del Caribe no se le diera una protección adecuada a su debido tiempo, y que se haya convertido en la primera especie de pinnípedo extinguida en los tiempos modernos como resultado directo de las actividades humanas. La rapidez con la que el hombre puede eliminar una especie de la naturaleza debe servir como recordatorio de la necesidad de que continúe el apoyo a la investigación, a los esfuerzos de conservación dinámica y a la cooperación internacional para aplicar medidas de conservación y recuperación de especies amenazadas y en peligro.

La extinción de la foca monje del Caribe demuestra cuan importante es tomar acciones inmediatas de conservación en cuanto una especie muestra signos de declive, con independencia de la información disponible sobre ella. Hay que implementar acciones de conservación inmediatamente, mientras que en paralelo se realizan tareas de investigación y seguimiento de manera coordinada para comprender mejor las amenazas que pesan sobre sus poblaciones, y para inferir cómo puede que responda la especie a las acciones de conservación a través de un modelo adaptativo de gestión.

La investigación no sólo debe centrarse en el comportamiento y la historia de la especie, sino que también debe valorar su contexto ecológico a fin de gestionar eficazmente su recuperación a largo plazo. Según muestran los modelos históricos de la productividad de los arrecifes del Caribe (McClenachan y Cooper 2008), la biomasa presente actualmente podría mantener una población de focas estimada entre un cuarto y un sexto de la población existente antes de la llegada de los humanos. Si aún existieran focas en la región hoy en día, para recuperar las poblaciones habría que plantearse la restitución de ecosistemas sanos de arrecifes y suficientemente productivos, junto con la preservación de sus sitios de descanso.

Las estrategias modernas de conservación toman en consideración, además de los impactos directos sobre la especie, la comprensión de los procesos naturales y las actividades humanas que afectan a los ecosistemas.

Es necesario incorporar estrategias adaptativas en los planes de conservación y recuperación para dar respuesta a nuevas informaciones o situaciones que puedan producirse y así resolver el desafío de la gestión de los ecosistemas: mantener la poblaciones estables y gestionar la recuperación a largo plazo de especies que se encuentran amenazadas o en peligro de extinción.

El éxito de las estrategias de conservación y recuperación de las las poblaciones de foca monje del Mediterráneo y de Hawai, ambas al borde de la extinción, dependerá del éxito de las tareas de estudio y seguimiento continuado de las poblaciones, las estrategias de gestión adaptativa y la cooperación efectiva entre las partes interesadas. Sólo así podrán aplicarse las medidas de conservación necesarias para recuperar estas especies de Monachus a niveles sostenibles, en el seno de un ecosistema sano. La extinción de la foca monje del Caribe es lamentable, pero debe servir como un referente para la conservación de las especies y sus hábitat, y como un recordatorio de que las especies pueden, extinguirse rápidamente en un par de vueltas de nuestro reloj. De que pueden... y de que efectivamente lo hacen.


Agradecimientos

Quiero agradecer a quienes revisaron y comentaron los borradores de los documentos de revisión del estatus de la especie, a partir de los cuales se ha resumido gran parte de esta información: Jason Baker, Gordon Waring, y Larry Hansen, del National Marine Fisheries Service; David Laist, de la Comisión de Mamíferos Marinos de EE.UU., Ian Boyd, de la Universidad de St. Andrews, William Johnson, de Monachus Guardian; gracias a la red de varamiento de mamíferos marinos del sudeste de EE.UU. por la recogida de datos de varamientos, y gracias a Amanda Frick del NMFS por su ayuda con el SIG.


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